[31/12/2019] La luz al final del tunel

Este fue el primer relato que hice en el primer curso de escritura que asistí, creo recordar que a principios de 2017. También sería uno de los pocos de estilo ciencia ficción que haré hasta el momento. Al igual que el primer relato que puse, también nace de un ejercicio del curso. En este ejercicio en particular se nos pedía escribir un texto con narrador omnisciente, y también se nos daban algunas pautas aleatorias. Cada integrante del grupo tuvo que escribir elementos que pudieran encajar en el Qué, Quién, Cuándo y Dónde de la historia. En mi caso estos serían:

-Qué: El cielo se ha vuelto púrpura.

-Quién: El presidente de Japón.

-Cuándo: El siglo XXX.

-Dónde: En las nubes.

A partir de esas directrices se me ocurrió que al relato le pegaría ser de ciencia ficción (siendo en Japón, en el futuro y tal). Desde el principio me pareció que lo que salió de ahí era bastante denso, con mucho diálogo y demasiados nombres (que, por cierto, tienen el orden de nombre y apellido occidentalizado) para lo breve del texto. Precisamente algo que suelo criticar de la ciencia ficción. Aunque sí que procuré no recurrir a algo que tampoco me ha gustado nunca de ese estilo, que es intentar buscar una explicación científica a fenómenos que no la tienen.

Como me pasa cada vez que vuelvo a un relato que escribí hace tiempo, me parece encontrarle muchos fallos y le cambiaría mil cosas. Pero, sinceramente, creo que lo mejor es dejarlo como está. Está bien ser consciente de dónde se viene y ver el progreso y la evolución que ha habido a lo largo del tiempo. Hace que te sientas bien, y además te da perspectiva. Lo que salió de aquella mezcla es lo siquiente. Espero que lo disfrutes, dentro de lo humanamente posible.


Naota Tsurumaki se encontraba mirando por el gran ventanal de espaldas a la sala de reuniones. Los últimos miembros que esperaban para la reunión estaban llegando, pero él no los había escuchado. Se encontraba ensimismado con la vista. Abajo podía ver las nubes, flotando casi mágicamente sobre tierras y océanos. Algo más arriba alcanzaba a vislumbrar el oscuro y vasto universo. La Tierra parecía tan pequeña desde aquí arriba…

Ahora mismo la Estación de Gobierno Nacional estaba sobrevolando Asia así que podía ver como diferentes ciudades asiáticas empezaban a iluminarse ya que, si no recordaba mal, deberían de ser cerca de las nueve de la noche. Japón le parecía sumamente pequeña. Débil. No obstante, Naota siempre se había sentido orgulloso de haber nacido en ese país. Uno de los días más felices de su vida lo vivió hace escaso año y medio, cuando fue elegido para liderar esa nación hacia lo que el esperaba que sería un futuro prometedor. Ahora mismo, sin embargo, su país dependía de él para afrontar el misterioso problema que ahora encaraban y no podía defraudar a todos los que habían puesto en él su confianza. No había tiempo que perder porque quizás cada minuto fuera esencial. Inspiró profundamente e intentó relajarse para lo que tenía por seguro que sería una reunión larga y tensa.

Lo normal era que los momentos que pasaba observando la Tierra desde el ventanal le ayudaran a tranquilizarse, pero en esta ocasión el efecto era el contrario. Y es que la vista nunca se había encontrado teñida por esa misteriosa “luz púrpura” que había surgido de la nada hace 6 días y que lo inundaba completamente todo. De la noche a la mañana la total superficie terrestre se había encontrado sumergida en una luz parecida a lo que sería una aurora boreal. Nada se escapaba. Tanto las minas más profundas, como la cimas más altas se encontraban bañadas en ella. Incluso el fondo del océano según las últimas informaciones. La luz lo inundaba todo. Solo a partir de seis mil seiscientos sesenta metros la luz se desvanecía. Y nadie tenía la menor idea de su origen. Así que allí estaban ellos, los miembros del comité de crisis, listos para buscar la razón y la solución.

Una voz junto a su oído le sacó de su ensimismamiento:

–Señor, ya ha llegado el último miembro del consejo. Cuando quiera podemos comenzar –le susurró el ministro del interior y organizador del comité de crisis.

–Por supuesto‒ contestó el presidente Tsuromaki, al que le costaba dejar de observar la misteriosa luminiscencia.

Se volvió hacia el resto del comité, intentando olvidar la imagen de Japón inundado en un mar violeta. Tras asegurarse de que la visión quedaba oscurecida al poner el cristal en modo opaco comenzó la reunión. Completaron los saludos y formalidades primero, ya todos sentados en torno a la mesa circular. Y es que la cortesía y la corrección estaban siempre primero, aunque se tratara de un asunto de seguridad nacional. Después de ese breve intercambio de palabras, indicó a la directora del consejo de Ciencia y Tecnología que procediera a la lectura de su informe. Konata Koizumi, con la seguridad propia de la que se sabe capaz de enfrentarse a cualquier situación menos a una reunión con las personas más influyentes del planeta, se aclaró la voz y se dirigió al resto:

–Se han realizado cuantiosos análisis por parte de los cinco millones de nanobots atmosféricos, y la composición actual del aire es idéntica a la de antes del incidente, y no ha habido ninguna incidencia fuera de lo usual en los dos años anteriores.

–¿Tampoco dieron ninguna señal después de la última erupción del Fuji del pasado otoño?–, preguntó Hideki Fukui, ministro de Urbanismo y Astrorquitectura, un deje de incredulidad intuyéndose en su voz.

–Las desviaciones finales fueron mínima–, contestó la consejera Koizumi con cierta exasperación–. Las estaciones de nanobots de filtrado capturaron mas del 99% de las impurezas que se liberaron al aire. Hay pocos acontecimientos naturales que sean capaces de producir un fenómeno que los nanobots de filtrado no sean capaces de neutralizar, además son capaces de hacerlo con tal celeridad que ninguno de los habitantes llegaría a percatarse de que se ha producido ninguna…

–Todos nos sentimos muy orgullosos de los nanobots diseñados por su equipo señora Koizumi– interrumpió el presidente Tsuromaki. El entusiasmo de la consejera Koizumi le resultaba muy revitalizante, pero sabía que si no la interrumpía podían tirarse toda la noche escuchándola hablar de las bondades de sus nanobots, y el tiempo apremiaba–. Por favor continúe con el informe.

–De…de acuerdo, señor presidente, por supuesto–, respondió ella, notablemente azorada–. Hemos analizado la llamada “luz púrpura” en diferentes localizaciones y para todas los resultados han sido idénticos. La radiación se encuentra en su totalidad en el rango luminoso y presenta una longitud de onda de 424 nanómetros, por lo que debería ser totalmente inocua. Mantiene un flujo variable y no hay una dirección privilegiada, por lo que no se puede establecer un foco de origen. De todos modos, dados los límites tan arbitrarios, puede darse por hecho que la fuente de esa “luz” no proviene de nuestra dimensión.

–¿Está usted completamente segura, señora Koizumi? ¿No existe nada que pudiera estar produciéndolo de forma natural o artificial en nuestra dimensión? – preguntó el presidente Tsuromaki, al que un escalofrío le recorrió poco a poco la espalda.

–Absolutamente, señor presidente, los indicios son incuestinables.

–De acuerdo, muchas gracias– le contestó el presidente con una sonrisa cordial aunque algo tensa–. Lo que nos lleva al siguiente informe ¿Qué tiene que decir el ministerio de Relaciones Transdimensionales sobre esta afirmación, ministro Hitsakawa?

–Me he reunido con nuestros homólogos en las veinte dimensiones más cercanas a la nuestra y ninguna de ellas tenía constancia de que estuviera sucediendo algo inusual –contestó Itsuki Hitsakawa, cuyas ojeras y tono de voz eran los propios del que no hubiera dormido bien en muchos días. –He viajado de urgencia a todas las tierras que tuvieran una remota conexión causal con la nuestra y he mandado enviados oficiales a muchas otras más. En ninguna de ellas sucedía nada similar ni había señal de que pudieran ser el origen del fenómeno.

–Doy por hecho que la situación diplomática con todas ellas es tan buena como siempre– comentó el presidente, que empezaba a sonar ciertamente desesperado por encontrar una respuesta que no fuera la que empezaba a temer.

–Por supuesto, señor presidente. De hecho cada una de ellas nos ha ofrecido todos los medios y colaboración que necesitáramos para afrontar nuestra situación.

El presidente agradeció su esfuerzo y su información y pidió al ministro de Comercio Transplanetario y Relaciones Intersolares para que les diera su informe.

A lo largo de las siguientes 5 horas lo único en claro que sacaron es que, según la ministra Koizumi, si esa luz tuviera una longitud de onda un poco menor se convertiría en rayos ultravioleta. Bromeando, Konata dijo que quizás alguien estaba conspirando para hacer a los habitantes de la Tierra 137 los más morenos del multiverso. Solo se rió ella, aunque los demás sonrieron con solidaridad por su intento de relajar el ambiente. Todos deseaban poder reír despreocupadamente, pero la incertidumbre y la tensión habían hecho ya mella en ellos. Sobre todo en el presidente, aunque el resto no se hacían una idea de cuanto.

Mientras la reunión continuaba, el presidente Tsurumaki pudo sentir como el escalofrío de su espalda iba migrando hacia su estómago, donde pareció convertirse en una gran esquirla de hielo que lo atravesaba. Nadie en esa sala parecía saber tener ni la más remota idea de cual podría ser el origen de la luz ni de como hacerla desaparecer. Pero para Naota lo peor no era eso, lo peor es que quizás hubiera una persona que sí podía tener alguna información. Y le aterraba cuál pudiera ser esa información.

Una vez los miembros del consejo acordaron en reunirse al cabo de tres días y todos se translocalizaron a sus correspondientes ciudades, Naota activó el modo translúcido de la ventana y volvió a observar como el fulgor púrpura envolvía todo su planeta. Deseó poder ignorarlo. Deseó que desapareciera tan misteriosamente como había venido. Cerró con fuerza los ojos. Los abrió. El violeta seguía. Dió un largo suspiro y se dispuso a llamar a Nanami Oshiro, jefa del ministerio de Comunicaciones Espectrales.

Desde que fuera descubierto en 2977 de forma accidental por los ingenieros de transporte alternodimensional, el Flujo de Comunicación con Consciencias Liberadas o FCCL había sido apartado con discreción de la atención pública. En un principio sus descubridores pensaron que habían dado con una nueva dimensión no contemplada en los manuales. Pero poco a poco se dieron cuenta que lo que habían encontrado era mucho más extraordinario. Se dieron cuenta que, antes de intentar ellos establecer comunicación, ya había alguien intentando establecer contacto desde allí. De hecho, se sorprendieron cuando descubrieron que ya había numerosas conexiones establecidas por toda la superficie del planeta, y cuya fecha de inicio era casi tan antiguas como la humanidad misma. No pasó mucho tiempo hasta que decidieron admitir la inquietante realidad. Habían establecido contacto con las almas del planeta. De alguna forma en ese “lugar” moraban todas consciencias, que existieron, existen y existirán. Y esas consciencias estaban ansiosas por comunicarse.

Se decidió entonces crear el Ministerio de Comunicaciones Espectrales, que se encargaría de usar y perfeccionar el FCCL, todo ello lejos de la atención pública. Nanami Oshiro era la séptima directora con la que había contado el ministerio, y la segunda que había enfrentado con éxito un problema real de seguridad pública. Hace tres años consiguió reducir al mínimo los efectos de la epidemia de virus Xerox 322 al conseguir descifrar la comunicación de la futura consciencia liberada de uno de los trabajadores del centro de investigaciones biológicas donde la cepa se originó. Ese había sido el gran triunfo personal y profesional de Nanami. Ahora se enfrentaba al que sería su mayor fracaso. Al llegar, el presidente no le dio tiempo ni de que tomara asiento:

–Ministra Oshiro, el consejo de Ciencia y Tecnología ha dicho que el fenómeno ha de venir de otra dimensión. Sin embargo Relaciones Interdimensionales dicen que no es ninguna de las conectadas con nosotros. Por favor, dígame que puede aclarar este asunto, y que no es tan preocupante como me temo.

–Señor presidente, ¿ha estado leyendo nuestros últimos informes?

–Por supuesto, ¿por quién me ha tomado? Decían que las comunicaciones eran cada vez menos comunes y los mensajes cada vez más confusos. ¿Qué me quiere decir con eso? Dijisteis que parecía que las conexiones se estaban cortando y que estábamos viendo el final del FCCL.

–Eso creíamos, y parecía cierto… –la voz de la ministra Oshiro se quebraba.

–¿Parecía? ¿Y ahora qué parece?

–Nos hemos dado cuenta de que había varias cosas que no habíamos tenido en cuenta, y cuando hemos conectado todo…

–¿Qué es lo que no habíais tenido en cuenta? –preguntó el presidente de forma acusadora.

–Hace ya tiempo que nos resulta imposible contactar varias veces con la misma consciencia, al principio lo atribuíamos a que era muy improbable. Además, como bien ha dicho, creíamos que las comunicaciones eran menos frecuentes, pero hemos descubierto que no.

–¿Cómo? ¿Pero entonces…? –al presidente Tsurumaki le costaba articular palabra.

–La comunicación se iniciaba, pero no nos llegaba nada. Solo eran canales vacíos. Pensábamos que eran errores de nuestros sistemas, pero no lo eran.

–¿Quiere decir que las consciencias iniciaban una comunicación que luego abandonaban?

–Creemos…creemos que hay “algo” que está cortando esas comunicaciones.

–¿“Algo”? ¿Tienen idea de que podría ser?

–Poco tiempo antes de que nos diéramos cuenta que no podíamos volver a establecer contacto con una consciencia por segunda vez empezamos a recibir cada vez más mensajes confusos. Decían algo acerca de un largo túnel. Y de una luz al final de ese túnel. Creíamos que simplemente hablaban de la muerte. Pero ahora…

–¿Ahora? ¿Ahora qué? ¿Ahora cuándo?

–Ahora…hace una semana. Los mensajes casi habían cesado, pero recibimos unos pocos. Todos extremadamente confusos. Y extremadamente cortos. Todos hablando del túnel. De que el túnel se estaba abriendo, de que huyéramos de la luz. De que estos treinta años habíamos estado caminando hacia ella y de que debíamos darle la espalda y no volver a mirarla nunca.

–Señora Oshiro,…

–Sí, señor presidente. Hay algo en ese lugar. Algo que no quiere que nos comuniquemos con esas consciencias. Algo que empezó a perseguir a las que estuvieron en contacto con nosotros, y que ha empezado su viaje a este mundo. Sospechamos que nuestros intentos de hablar con las consciencias han debilitado la barrera que separa nuestros mundos y que ese ser se está aprovechando de ello.

–¿La luz…?

–Parece ser solo el principio, señor.

–¡Debemos de parar todas las comunicaciones de inmediato!

–Ya está hecho, señor.

–¿No hay nada más que podamos hacer?

–Solo cabe esperar que no sea demasiado tarde.

Y casi lo fue. Casi. Podía ya sentir el calor de ese mundo. Todas sus mentes. Sus consciencias. Tan vivas y enérgicas. Pero esta vez fueron demasiado precavidos. Aunque siempre habría una próxima vez. Algo que le sobraba era paciencia. Sabía que era inevitable, un día la curiosidad sería más fuerte que la desconfianza. El túnel estaba casi completo. Y la luz se acercaba. Inexorable.


#cifi #ejercicio #fantasía #maquinadeltiempo #minirelato

[Escrito por Alma]