[19/02/2020] Son multitud, soy multitud

Hace nada encontré un grupo de gente que se reúne cada mes para poner en común cosas que han estado escribiendo. En cada reunión dan un concepto sobre el que se puede escribir durante el mes, y quien quiera puede compartirlo en la siguiente reunión. Aparte, también se puede compartir otra composición de tema libre. Esto yo lo conocía como micrófono abierto, y es una de las cosas que más he echado de menos desde que me mudé. Y me alegro un montón de poder volver a formar parte de uno. Nunca había llegado a participar activamente, pero siempre que podía iba a escuchar. Me encanta oír lo que escribe otra gente. Me sirve para buscar inspiración, y además me motiva mucho. Me recuerda las cosas que podría conseguir si me esforzara lo suficiente. Algo así pasó con la creación de esta plataforma, que de no ser porque vi otra gente creándose blogs quizás seguiría en el limbo.

Me encanta leer y escuchar cosas de estilos cuanto más diferentes mejor, y los micrófonos abiertos me parece que son perfectos para eso. Te encuentras gente de muy diferente estilo y nivel. Aunque tengo mis estilos predilectos, me parece que picotear un poco de cada uno me hace más bien que mal. Y eso intento. Aunque es cierto que el relato corto en el que parece que me he apalancado favorece bastante más cierto tipo de textos. O, al menos, a mi cabeza le resulta más fácil pensar de ese modo. A veces me fuerzo a escribir textos de otro tipo que no me resultan tan naturales. Pero como mi principal razón para escribir es disfrutar con ello, no suele pasar demasiado.

El concepto que se propuso en el micrófono literario para el mes siguiente era “Red”. Se suelen poner cosas muy abiertas para que cada cual le busque la interpretación que más le guste y salgan textos variados con temáticas interesantes. Mi propuesta es la siguiente, espero que la disfrutes.


No hay nadie más a la vista. Solo yo, el mar y la arena bajo mis pies. ¡Ah! ¡Y el viento! Casi me olvido del viento.

Las olas se acercan a mí tímidamente, ofreciéndome un trozo de océano que no puedo más que aceptar.

Bajo mis manos, diminutos granos de arena se agolpan, sosteniéndolas y queriendo enterrarse en mi piel. Todos y cada uno de ellos me hacen el más minúsculo corte, tomando de mí una infinitésima gota de sangre. La beben con mesura y la hacen suya. A cambio, dejan su marca en mi cuerpo. Cortes que van sumándose, formando un complicado rompecabezas en mi carne. “No me olvides”, parece decir. “Jamás podría”, responden mis entrañas. La arena va fluyendo, algunos granos se van y otros nuevos ocupan su lugar. A mucha de esa arena no la volveré a ver. Mucha ya ha caído, se ha perdido. Y, sin embargo, la recuerdo. Mi sangre viaja en su compañía. Me hicieron partícipe de las corrientes por las que se arrastraron. Me mezclé con otros cuerpos a los que visitaron. Ahora soy parte de arena.

Las olas no me olvidan, y sus caricias hacen que yo no me pueda olvidar de ellas. Una miríada de gotas besan mis dedos, besan mi piel. Me arrastran junto a la marea. Yo bebo de ellas, y ellas beben de mí. Su sal quema en mis heridas, y a veces nuevas gotas asoman por mis ojos cuando el dolor es grande. Me acunan suavemente, conduciéndome por lugares remotos. Con ellas descubro maravillas. Bebo de su sabiduría y crezco a su lado. Lavan mis dudas, cristalizan mi voluntad, se funden conmigo. Ahora soy parte del mar.

Y el viento resuena. Ecos de mi llanto lejano que ya apenas recuerdo. Me abandono a sus brazos. En las caídas me levanta de nuevo, su aliento me acompaña. Susurros, en ocasiones bellos. Otras veces me hablan con furia. Palabras que hieren y que me acaban curtiendo. De sus voces aprendo, con sus voces cambio. Me dan alas para huir, y también para volver. Y gracias al lazo que nos une me hacen libre. La ventisca se hace mía.

Y, cuando llegue el momento, mi cuerpo desaparecerá, y pasará a formar parte de esa playa. Bandada, enjambre y manada. Me uniré a la arena que soportará otros pies y otras manos. Me fundiré con la corriente que acariciará nuevas pieles. Y mi voz se unirá a la melodía que canta en la costa. Y seguiremos aguardando a quienes visiten la playa. Algunas personas quizás sean amigas. Otras no lo serán tanto. Pero de cualquier modo nos ofreceremos a ellas, unidas por el dolor y la necesidad. Y nos haremos inseparables. Vidas entretejidas construyendo un gran manto. Para encontrarlo solo has de seguir la madeja. La brisa, la sal. Solo necesitas un granito de arena.


#ejercicio #maquinadeltiempo #minirelato

[Escrito por Alma]